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Cuando las uvas alcanzan su punto de maduración perfecto, controlado por los viticultores y enólogos en busca del equilibrio entre los niveles de azúcar y acidez, se cosecha la uva. Este fin del ciclo de la vid es lo que se conoce y celebra como vendimia, y cuya fecha de término varía entre cada variedad.

El fin de la vendimia suele coincidir con la llegada del otoño, periodo en que las hojas caen de la parra, y en el que la planta entra en una especie de letargo que durará todo el invierno. En esta fase se llevan a cabo los trabajos de poda y de alimentación de la planta con abonos para ayudarla a soportar el periodo de reposo y posterior germinación. Luego, volverá a renacer.

Al finalizar la primavera aparecen los primeros embriones de las flores, que abrirán con la llegada del verano. A partir de la fecha de la floración se determina cuándo comenzará la vendimia y también cuál será el volumen de la cosecha. Es decir, si la floración es temprana, también lo será la vendimia.

En este periodo de maduración de la uva. En este proceso las bayas pueden llegar a duplicar su tamaño, al mismo tiempo que pierden acidez y ganan dulzor.